Canto de Despedida
Este es
un regalo que, posiblemente nadie recibirá, pero no por eso no iba a hacerlo.
Con la esperanza de que lo escuche quizás. Porque la muerte es diferente cuando
quién se va es alguien importante. No soy yo quién pierde en esta ocasión, pero
todos estamos apuntados en esta lista.
El sunami
llega sin avisar y te arrastra. El huracán levanta tus pies del suelo y te
lleva. Y la vida sencillamente azota lo que hay dentro. Lo que el agua no puedo
ahogar, la vida lo hace. Lo que el viento no puede arrancar de la tierra, la
vida lo eleva. Lo que nadie nos puede quitar sin matarnos, la vida nos lo quita
y nos deja respirando.
Si
alguien duda de que el que muere vuelva a nacer debería observarte como
descubres cada mañana tu reflejo en el espejo. Un retorno desbocado, veloz pero
imposible de negar, evitar o retrasar. Si puedes elegir, no te vayas hoy. Si
puedes elegir, vuelva a nacer y sigue haciendo feliz a los que estén junto a ti..
No quiero
despedirte en un día tan feo. Hoy es triste el día y tengo miedo. El viento me
sacude tan fuerte… tan fuerte. ¿y si no sale bien?. Quédate aquí hoy y mira
conmigo caer el agua. Escucha como azota los cristales y mira como sin poder
evitarlo, el agua se escapa de ellos. Rápida. En un ciclo vital inapelable y
forzoso el agua cae y el cristal se queda seco. Tú te vas y yo me quedo aquí,
sin ti.
Si llegas
o te vas, si naces o si mueres, no sabré que te diré: adiós, hasta luego, espérame,
te veo luego… hasta siempre. ¿Hasta siempre? Qué? Y qué narices significa eso!!
Quizás
jure no olvidarte porque estoy tan segura de eso que decirlo en voz alta es
como decir tu nombre. Es doloroso despedirme de ti.
Jamás te
pediré que no me olvides porque he sido tan feliz contigo que sé que podrías
hacer igual de feliz a cualquiera en cualquier universo. Yo ya he disfrutado de
mis días de privilegio y lujo. Con lo que me has dado me bastará.
Sé que
te he dicho todo cuanto podía decirte. Creo haberte cuidado lo mejor que sé y
he disfrutado tus travesuras mientras volvías a ser un niño. Hemos paseado
juntos por la orilla del río y he cuidado de ti como tú lo hiciste conmigo. Te
he amado más por mostrarte así de vulnerable ante mí, sin pudor y sin vergüenza.
Solo nosotros.
Hazlo por
mí, quiero recordarte en los días de sol y esperanza, en los días de sonrisas.
Pero si no me escuchas y te vas hoy, lloraré cada vez que el cielo lo haga. Suspiraré
cada vez el viento merza furioso el olivar. Me derrumbaré cada vez que el azul
del cielo palidezca y la sierra se torne grisácea y apagada. Y cuando el agua
se marche oleré la tierra mojada y recordaré tus caricias y el armonioso
estruendo de tus besos. Cuando tras la lluvia vuelva a salir el sol, escucharé
el río furioso que se queja porque ya no paseamos en su orilla. Mejor no te
vayas hoy, mejor vete cuando no llueva. Mejor espérate a mañana.
No. No te
preocupes. Yo te consuelo. Todo lo que has olvidado, tus hijos ya te lo hemos
perdonado. Tus cuentas están saldadas. Nadie tiene miedo ya, los golpes de la
vida nos han curado de los espantos. Te he
dicho todo cuando podía decirte antes de que te marches, pero no lo hagas hoy. Hoy
es un mal día. Espérate a mañana. Espera a que salga el sol. No quiero que
pierdas el camino.
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