ECHO DE MENOS TU PESO EN MI CAMA
Anoche
volví a soñar con el corcel negro y recordé una de tantas veces en las que te
pregunté lo de siempre.
- ¿Qué diferencia a un caballo de un corcel?
- El corcel es presto a la carrera Annita, siempre brioso y su carácter fulgurante y explosivo. No es más alto, ni más bonito sino indómito y libre por derecho de nacimiento – tras esa definición supe que pocos se encontrarían con una jaca en sus sueños. Miré hacia el mar recordando.
Mi bello
corcel corría pateando el mar con los
cascos y la brisa salina con sus crines. Cierto era que el albedrío emanaba de
la forma en la que su pelo negro azabache reflejaba la anaranjada iluminación
del atardecer. Su cuerpo musculoso lo perfila como un arma perfecta para la lucha.
Es fuerte y libre, es una utopía.
Y como
siempre, como cada vez, el voluntarioso animal detiene su genio para mostrarme
un jinete descabalgado. El bebé rubio
también lo acompaña hoy. Con sus deditos entrelazados con las largas crines de
la cola del corcel camina divertido siguiendo su estela. Sonríe con las quejas
del mar a su visita, que no para de salpicar sal a su cara y sus ojos. Hoy no está vestido
de azul sino que su viaje lo hace desnudito pero con esa sonrisa que te haría
encontrarlo en los mismos abismos del océano. La libertad y la ingenuidad tiran
de mí en tu dirección y yo confío crédula y cegada por los ecos del amor que no
puede arrancar la enfermedad del olvido. Meto en mi bolsa otro puñado de piedras.
Sentada
en los límites más occidentales del Mediterráneo confundo la realidad con el sueño. Puedo tocar
el firme pelaje del animal y el niño se acerca a por sus caramelos. Pienso,
seriamente, que estoy próxima a enloquecer. La vida nos quita a cada uno lo que
se le antoja. A ti te llevó un Hitler internacional, el exterminador de los más
fuertes y el liberador de los débiles ¿Pensará el cáncer que es justo? ¿Harán
todos los jueces justicia? Nunca, jamás. Me retuerce el alma recordar que lo
sabías, tus advertencias y consejos. Siempre apostaste que no morirías de
viejo.
- Annita, viajemos por el mundo. Vivimos sin nada pero vivamos reina mía.
Y así
pasamos la vida en una pequeña caravana y en una cama estrecha que compartimos
cada noche. Y cuando la vejez comenzó a enseñar sus uñas compramos una casita a la orilla del mar. Un lugar alejado donde no
llegaban los vigilantes de la playa, ni las duchas ni los chiringuitos. En
raras ocasiones alguna que otra pareja de enamorados en busca de un rincón para
su amor, solo entonces nos tocaba compartir. Lo suficientemente lejos para que
durante la próxima década no se levantaran hoteles de hormigón camuflado de
madera y pintura azul. No necesitábamos más tiempo.
Sigo
bajando a la playa cada día y traigo conmigo esas piedras que dibujaste para
mí, cada una con una letra escrita para contar con ellas mis recuerdos. Cargo
en mi bolsa las que necesito y marcho a casa.
Cada
día.
¿Sabes?
He cambiado la cama de lugar en el dormitorio. Ahora está justo frente a la
ventana para que el sol de la tarde te caliente la piel, recuerda que temprano
en la mañana siempre tengo un poco de frío y rebusco al encuentro de tus pies. Aún
así, cada día es más difícil estar sin ti. Podrías haberme dado una lista con
mil guiones más para no echarte de menos y no habría sido suficiente. No hay
letra que tape mis huecos. Quité tu silla de la mesita pequeña de la cocina
pero aún te oigo preguntarme si he terminado o no el café que ya está frío
sobre la mesa. Tiré todos los tapes grandes para acostumbrarme a cocinar solo
para uno pero aún te dejo el chorizo de las lentejas y el mejor tocino en el
puchero. Saqué toda tu ropa del armario
y la lleve a la beneficencia pero el armario huele a ti. Mi mente huele a ti
¡Maldita memoria caprichosa! Tengo esa pulserita que me regalaste pero no la
necesito, siempre recuerdo donde encontrarte a pesar de que no pueda decir tu
nombre.
Sé dónde
estás.
En el
mar.
Me
pediste que te dejara en el mar.
- ¿Por qué yo no sueño con un caballo blanco como todo el mundo?
- Porque el caballo es fuerte y resistente pero el corcel es rápido e inconsciente. Olvida rápidamente y no tiene miedo a la batalla ni es perezoso para recorrer el mismo camino una y otra vez – en estas conversaciones tu voz ya era perezosa.
- ¿Y por qué negro?
- Para que recuerdes que debes prepararte para lo peor.
- Ah… entiendo. Es por si te olvido, quieres que te recuerde rápido como un corcel y que venga a buscarte. Pero también quieres que esté preparada para aprender cada día que ya no estás.
Palabras
sencillas que me dirigen a diario a un camino tortuoso. Un recuerdo lastrado en
acero y hormigón que deja vacío tu lado de la cama. A ti te llevó un cáncer y a
mí me mata a diario el olvido. Te echo
de menos ¡Cincuenta años abrazada a ti cada noche! ¿De verdad piensas que hay
forma de que sobreviva así? Y por más que quieras mi caballo nunca muere ni
trae un mal augurio sino que siempre me engaña y no se cansa de traerme
esperanza, a mi edad ¡qué maldita gracia! ¡Dichoso sueño premonitorio! ¡Tráeme
a mi sicario para que deje de dormir con piedras!
Y me
abrazo a ti. Con el paso de los días he llenado tu hueco en mi cama. Piedrecita
a piedrecita había llenado tu lado con frases escritas en piedra. Frases que
hoy son mi único recuerdo. Dicen que cuando
los enamorados duermen juntos siempre sobre un brazo. Tú siempre lo hacías a mi
derecha, para que el brazo de más fuera el tuyo al abrazarme por la espalda
cada noche. Tus letras, una a una,
hundían su peso en el colchón dibujando un perfil suave que no había logrado
perfeccionar aún. Pero allí estabas, petrificado, difuminado, devolviéndome el
calor del sol de la tarde mientras me abrazaba durante la noche al montón de
piedras que eran tu legado.
Y es
que echo de menos tu peso en el colchón. No recuerdo tu nombre. Olvidaste apuntármelo
o quizás aún no encontré la piedra donde lo escribiste. Esta noche volveré a
ver tu emisario en mis sueños, el bebé me entregará una piedra con la primera
letra dibujada a cambio de un caramelo de limón. Con esa letra encontraré diez
más en el suelo y sin querer reconstruiré una frase que nacerá de la
inspiración más efímera y contenciosa. Cuando te ví, te lo conté.
- Esta noche he vuelto a soñar con el negro corcel amor.
- ¿y qué ha ocurrido?
- Comenzó a entrar en el mar y nado hasta desaparecer.
- ¿Y el bebé?
- Como de costumbre venía agarrado él y también entró al mar.
- ¿No te entregó ninguna piedra?
- No tuvo ocasión porque corrí tras de él para darle su caramelo.
Jo.... Como me ha gustado!
ResponderEliminarOhh gracias linda!!! Me alegra que te pases por aquí como sigues? ?
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