Lo que acertó Julio Verne. Yo leo romántica.



   Anoche terminé de leer Cinco días para enamorase de Marta Lobo. Cinco mujeres con más ovarios que epiteliales. Y he pasado la noche pensando en algo que ahora voy a desarrollar.

    Hablo hoy como lectora aleccionada. Sip. He consumido literatura extranjera manipulada por traducciones más o menos acertadas durante años, para acabar descubriendo que la cartera hispana, en especial la española, posee una calidad indudable. 

    Kayla Leiz (Pasión a través del hilo rojo del destino), Beatriz Grant (Ojalá no fueras tú), Mita Marco (Reina de corazones), Idoia Saralegui (La proposición de Carola), Marina Tirado (Elementales y Cambiantes), Myriam Ojeda (Si tan solo fuera sexo) o KircheKirchen (solo publica en wattpad), Brianne Miller (Ángel... Empieza del juego), Maribel Roa (Sueños), Megan Maxwell (incontables), son algunas de las mujeres que me han llevado a pensar en el hombre que da título a esta entrada: Julio Verne. ¿Por qué ellas? Porque son mis últimas lecturas. ¿Por qué él? Porque la imaginación de ese hombre, guiado por la lógica, la ciencia y la cultura lo llevaron a idear posibilidades que han acabado por cambiar el mundo. Y, señoras, la literatura romántica tal y como  hoy la conocemos hace temblar nuestra base social, acabará colocando a la mujer en su lugar. No ese donde todas sabemos que estamos, sino el Podium original. El de mujeres que solo con respirar demuestran seguridad, ambición, emoción y destilan sentimientos sin igualarse a la debilidad. Sin castración sexual, sin limites profesionales. Deseo que llegue el día en que una mujer no tenga que decidir entre demostrar al mundo su verdadero valor como ser útil e imprescindible en su entorno laboral o ser madre, nada más. 


   Yo quiero ser Marina, Luz, Alicia o Rocio. Quiero ser Olympia, Clara, Sarah, Aroa, Leilany, Gina, Jacqueline o Laura. Quiero ser Eva, Daniela o Sara y más que nada quiero que mi hija viva la vida así. Con valor, sin prejuicios, desbordada de pasión y emociones, con una intensidad incuantificable. Creo que la literatura romántica y creo en su capacidad para influenciar y educar generaciones. ¿Por qué? Porque si a mi una lectura me hace crecer como mujer mi hija va a recibir el doble por mi parte, porque será lo que vea. Nuestras hijas serán lo que seamos nosotras multiplicado por diez. Creo que, si una novela de erótica puede mejorar una relación de pareja, una protagonista de bandera hará a la esposa crear su propia erótica. A fin de cuentas en eso consiste la vida, la pareja. En crear situaciones que generan emociones. En disfrutar de encuentros, aprender de tropiezos hasta que levantarse sea un deporte olímpico. 


    Creo que si hay un arma capaz de destrozar el mundo es la religión mal interpretada, siempre se ha dicho que las armas las carga el diablo y las dispara un gilipollas. Solo los valores nos pueden rescatar de holocausto que construye a diario el ser humano. La empatía, el valor, la honestidad, la equidad, la colaboración... nunca avisé de tener la respuesta para nada. Nada puedo solucionar más allá de mi propia piel. Por eso escribo romántica, porque el ser humano es amor, esencia y alma por encima de todo lo demás. Porque por amor se deja todo y se agarra el mundo. Por amor una mujer soporta los dolores del parto y repite. Por amor es el diálogo del hogar y enseña a su compañero a dialogar. Por amor aprende a establecer una lista de prioridades donde ella nunca ocupa la cumbre. Por amor escribimos historias para disfrutar de esa emoción cuando nos falta. Por amor los hombres son cada vez más respetuosos con la mujer de bandera. La que hace la diferencia delante de sus ojos en el instante exacto y los ciega para siempre. Por amor... por amor hacemos tantas cosas... tantas... Por amor nos enamoramos en cinco días, tres años, en viajes en el tiempo, en redes sociales, en supermercados, oficinas... 


    Yo leo y escribo romántica. Yo creo que desde un libro rosa también se puede cambiar el mundo. Así que, cuantos más libros rosas cubran el mundo, mejor será nuestro futuro. 


Por la romántica y la mujer de bandera.





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